Gira al Biomuseo – Panamá

Por: Nicomedes Alexis Vergara. Junio, 21 de 2018.

Maestría en Geotecnia. Cátedra: Cambio Climático. Facultad de Ingeniería Civil. Universidad Tecnológica de Panamá.

Catedrático: Lic. Marilyn Diéguez.

¿Sabían ustedes que el techo del Biomuseo tiene representaciones de su entorno físico? Siempre pensé que ese techo era una alucinación del arquitecto Frank Gehry producto de algún tipo de trance. Como indica uno de sus biógrafos “Sus diseños no son fáciles de valorar para el observador inexperto, …”; es decir, yo.

Figura 1. Biomuseo – Techo.

La figura 1 muestra una sección curva (resaltada en amarillo) que tiene la forma del puente de Las Américas y está orientada hacia él. La otra sección resaltada se orienta hacia el cerro Cabra, volcán inactivo cercano a las riberas del canal en su lado Pacífico.

Figura 2. Biomuseo – Puente de las Américas y cerro Cabra.

Todos estos detalles son indicados por los guías del Biomuseo, quienes muy entusiasmados reciben a los visitantes, sean nacionales o extranjeros, para compartir sus conocimientos y lograr la comprensión de los más mínimos detalles del lugar. En nuestro caso fue el joven Danilson González (estudiante de la UTP) de quien aprendimos aspectos realmente interesantes.

En una visita obligada (domingo en la mañana) para la cátedra de Cambio Climático de la UTP, la obligación rápidamente, de manera casi instantánea, dio paso a la admiración y al agradecimiento por haberme obligado a disfrutar del recorrido, imperdonable no haberlo visitado antes. Este museo es sencillamente fascinante. Así que les propongo un recorrido imaginario por el interior del Biomuseo y luego por el exterior, apoyaremos el recorrido con algunas imágenes relacionadas con esta gira.

Recorrido Interior.

La galería de entrada es un recordatorio de la cantidad de especies y la biodiversidad existente en nuestro hermoso pero maltratado planeta. Al visitante se le ofrece una especie de control remoto que al presionar el número que aparece en las paredes sobre cada tema, permite escuchar una narración relativa al tema. Sin embargo, lo que más captó mi atención fue el contador automático de la población mundial, el cual en un minuto aumentó 309 personas. ¡¡Impresionante!!

Figura 3. Biomuseo – Contador de población mundial.

Luego se vive una experiencia muy bonita al entrar a la proyección de películas en un espacio denominado Panamarama: pantallas en las paredes, en el piso y en el techo, dan la sensación de estar en el sitio proyectado, en el bosque, subiendo por los árboles, interactuando con la vegetación y los animales de la selva tropical, con sus cascadas y otras espectaculares vistas.

Figura 4. Biomuseo – Panamarama.

La siguiente parada en el recorrido es la parte geológica del istmo, con sus rocas sedimentarias, ígneas y metamórficas que dan la forma que tiene nuestro país. Y la parte más fascinante es conocer cómo se formó el istmo de Panamá, el cual separó la corriente del norte y cambió el clima del planeta.

Figura 5. Biomuseo – Formación de Panamá

Figura 6. Biomuseo – Mosaico secuencial de la Formación del Istmo de Panamá

En seguida se pasa a un espacio dedicado a los fósiles y restos óseos encontrados en el istmo y que son muy bien conservados por los encargados del museo. Sólo verlos e imaginar cómo debió ser el mundo en esa época, cómo luchaba cada especie por sobrevivir a efectos climáticos, es una aventura imaginaria que despierta admiración y se termina de valorar cada detalle detrás de los cristales, cada texto que intenta describir las características de estas especies.

Figura 7. Biomuseo – Restos óseos de especies prehistóricas

Después de detallar los fósiles, se ingresa a la galería llamada “El Gran Intercambio”, una especie de puente biológico que describe mediante esculturas, el intercambio del norte y el sur luego que el istmo panameño emergiera del mar en un proceso de eras de duración, cambiando de forma definitiva el clima, la cultura y el aspecto del mundo actual.

Figura 8. Biomuseo – Diversidad de especias mediante esculturas.

Al salir de las instalaciones internas, se llega a una galería externa donde se encuentran murales con textos descriptivos de diferentes aspectos del museo, donde destaca el cráneo de un “dientes de sable”, lo cual de manera automática me recordó a Diego, personaje de la película “La era del hielo”. La sensación es totalmente diferente cuando se observan los detalles de los restos de un ser que estando vivo debió ser espectacular.

Figura 9. Biomuseo – DIEGO.

Así termina un recorrido que se antoja muy corto para la cantidad de interrogantes que genera, deseando que hubiesen más galerías para seguir disfrutando de las aventuras imaginarias de estas especies… Se comienza entonces, el recorrido exterior…

Recorrido exterior.

Existe un jardín botánico diseñado por la arquitecta paisajista Edwina von Gal quien caracteriza sus diseños con especies nativas. Una de esas especies es la “lantana”, cuyas flores atraen las mariposas que se encuentran alegrando el ambiente externo del Biomuseo (figura 10).

Figura 10. Biomuseo – Lantana.

Otra especie que forma parte del jardín es la Plumeria, conocida en Panamá como “caracucha” o Frangipani, que según Denilson sirve de hábitat para una polilla especial. Sus flores tienen un centro colorido que atrae las polillas que se alimentan de su néctar.

No pudimos ver ninguna polilla alimentándose de la caracucha, ¿saben por qué? Pues es otro aspecto que había olvidado de mis clases de Biología del Instituto Nacional de Panamá y que re-aprendí ese día: las polillas son nocturnas y las mariposas son diurnas.

Figura 11. Biomuseo – Flor de la caracucha.

Un aspecto novedoso en mi escaso conocimiento botánico-zoológico en su relación simbiótica es el hecho que existe una mariposa que coloca todos sus huevos en una sola hoja. Este hecho no es común, pues como nos indicó Danilson las mariposas tratan de colocar solo un huevo en cada hoja para aumentar sus posibilidades de supervivencia de la especie.

Figura 12. Biomuseo – Huevos en una sola hoja de Zamia sp.

El árbol más grande del jardín botánico es el higuerón de caucho, el cual tiene una edad estimada en 70 años. La característica de este árbol son las raíces aéreas que salen de sus ramas y penetran el suelo haciéndose más gruesas.

Figura 13. Biomuseo – Raíces desde el cielo (higuerón de caucho)

Hay muchas otras especies en este jardín que merecen ser observadas y apreciadas, la última de mi descripción es el árbol de bálsamo, cuya forma de reproducirse es a través de las aves que comen su fruta y luego la esparcen mediante sus desechos biológicos.

Figura 14. Biomuseo – Árboles de bálsamo.

Hay muchas otras atracciones naturales en el Biomuseo que no pueden ser descritas mediante textos e imágenes, hay que vivirlas. De manera que los invito a emular esta experiencia, esta vivencia, en algún momento, pero que sea lo más pronto posible. Así sea obligado.

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