EL AMOR DE UN PUMA

Por: Stefano Costantini, Harrinson Rodríguez, Yanela Vergara y Jexsica Pérez. 2018.

Curso de Ecología y Medio Ambiente (BIO 105). IR11N. I SEMESTRE 2018. Licenciatura en Inversión y Riesgo. FACULTAD DE ECONOMÍA. UNIVERSIDAD DE PANAMÁ. Prof. Dra. Marilyn Diéguez Pinto.

Esto sucedió hace mucho tiempo, y desde aquel momento pude entender cómo la humanidad se encuentra tan equivocada y lejos de la verdadera realidad, lejos del amor, el compartir, el cuidado y el ser feliz.  Les relato mi historia a la cual deseo que presten atención.

«Fue una mañana de verano, donde tuve la oportunidad de recorrer las bellas montañas del Volcán Barú de Chiriquí. Estaba con un grupo de guardabosques, explorando toda la vegetación y especies de animales del área.

Dos días más tardes escuché un ruido, algo extraño, entre los matorrales. Me fui acercando poco a poco. Al llegar a arbusto ¡me asusté tanto! Pero tuve que controlarme en el momento y me fui alejando en ese instante.

Al llegar a mi campiña, le mencioné a los guardabosques lo que había visto. Que había un puma color dorado, echado.  Me preguntaron si estaba herido. En el momento no supe responder, porque sólo pude verlo y me di la vuelta de lo asustada que estaba.

Regresamos al lugar y ya no estaba el animal, pero había sangre en el sitio donde lo había visto. Seguimos nuestro recorrido, con mucho cuidado y los ojos bien abiertos, pero sentimos que había alguien más que nosotros.

Ese día, al atardecer, el puma llegó a nuestra campiña, y cayó sin explicación alguna; corrimos a verlo y nos percatamos que estaba herido. Pero, nos dimos cuenta de algo más, que era hembra.  En seguida llamamos a refuerzos. Mientras llegaban, del dolor al verla como estaba, decidí acercarme y le vi la mirada tan mal que en sus ojos no había gana alguna de atacarme, sino sus pupilas pedían ayuda a gritos y le dije: todo estará bien, yo voy a estar contigo.

Al cabo de una hora llegaron al lugar los refuerzos; tomaron al puma y regresamos a Cerro Punta, donde le dieron los cuidados al bello animal.  Y así fue. Desde que ingresó a la sala de operaciones, no me moví de su lado.

Después de dos semanas, estaba cerca de su jaula y me quedé dormida. Al despertar, me encantó verla; su cabeza estaba junto a la mía.  La llamé Laly. Semanas tras semanas fue recuperándose, y llegó el momento más triste, que era que regresara a su hábitat.

Al soltar a Laly en el verde bosque, corrió, pero se detuvo un instante, me buscó la mirada y esa fue su despedida. Fue en ese momento donde entendí, que el paraíso es este mundo, y que el mismo esta falta de amor, en todos los sentidos, tanto de la tierra, como con los animales, todo lo que involucra el ser viviente.  Hemos perdido ese sentimiento y entrega.

Ese animal, al que tanto daño le hacemos, me miró y me dio las gracias por el cuidado y amor que le ofrecimos.  Este es el final de la historia, termina aquí, para tu lectura. Queda en ti cambiar de pensamientos y hacer un poco para que el mundo en que vivimos sea amado y cuidado.

Un comentario en “EL AMOR DE UN PUMA

  1. Qué relato tan hermoso.
    Tocó mi lado sensible, porque le guardo muchísimo respeto y fascinación a los grandes felinos que tenemos el privilegio de tener en el istmo de Panamá. Bien por Laly y bien por ti, que tuviste la capacidad de atender y comprender a ese magestuoso ser en graves aprietos.
    Bendiciones!

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