Por: Raúl Frías, Francisco González, Amanda Henderson, Andrés Martínez y Iván Solís. 2020.
Curso avanzado de Cambio Climático y medidas de adaptación. Maestría en Administración de Proyectos de Construcción. Facultad de Ingeniería Civil. Universidad Tecnológica de Panamá.
Tema: Capacidad de resiliencia del archipiélago de Bocas del Toro frente al cambio climático.

Variables de investigación
- Aumento de temperaturas.
- Incremento de oleajes fuertes.
- Aumento del nivel del mar.
Problema: Afectación de las comunidades del archipiélago de Bocas del Toro.
Objetivo
❖ Demostrar que la variabilidad climática puede afectar la comunidad del Archipiélago de Bocas del Toro.
Metodología de investigación
❖ Registros
❖ Referencias bibliográficas
Introducción
Las islas caribeñas tienen particularidades geográficas y sociales que merecen ser estudiadas a fondo de cara a los impactos potenciales que puede tener la variabilidad climática en el corto plazo y el cambio climático a largo plazo sobre los ecosistemas marino- costeros y las comunidades locales. Las islas de Bocas del Toro se encuentran expuestas a los efectos de la variabilidad climática que se identifican en la irregular distribución de las lluvias, el aumento de la temperatura media, ambas variables climáticas alteradas por los fenómenos océano-atmosférico de El Niño y la Niña y al aumento del nivel medio del mar.
La mayor parte de la población local ha percibido los cambios en las variables climáticas que más los afectan. Las variables sociales de una comunidad ejercen una gran influencia en el grado de adaptación al cambio y la variabilidad climáticos.
Según las investigaciones realizadas hemos visto que la mayor parte de comunidad aun cuando ha percibido cambios en el clima no han tomado acciones, lo que cual se puede calificar como una capacidad adaptativa reactiva individual; por su parte la institucionalidad local y nacional adolece de recursos físicos, personales y financieros para prepararse para escenarios futuros con muchas incertidumbres.
MARCO TEORICO
1. Zonas marino costeras
Las zonas marino-costeras comprenden las playas, los manglares y los corales; ecosistemas frágiles al cambio climático global y a la variabilidad climática en particular, por los efectos que ésta conlleva como el aumento del nivel medio del mar, la sedimentación y la salinización. En el archipiélago de Bocas del Toro, en la República de Panamá, las comunidades locales dependen económicamente, en su mayoría, de las actividades del turismo y la pesca, ambas estrechamente relacionadas con los ecosistemas marino-costeros.
La comprensión y valoración de los servicios ecosistémicos que brindan las playas, los manglares y los corales a las comunidades en cuanto a sus medios de vida y en cómo sirven de defensa natural ante oleajes fuertes y evitar los procesos de erosión de las playas y líneas costeras causada por el aumento del nivel medio del mar es un tema que se viene desarrollando a nivel local y regional. Las estrategias de adaptación de las comunidades costeras se desarrollan a partir de la percepción que ellas tienen del impacto que les genera la variabilidad climática.
2. Área de estudio
El archipiélago de Bocas del Toro se encuentra ubicado en la costa Caribe de la República de Panamá, cerca de la frontera con Costa Rica; hace parte de la provincia de Bocas del Toro. Bocas del Toro es una provincia de Panamá y su capital es la ciudad homónima de Bocas del Toro. Tiene una extensión de 4 5843,9 km2 y una población de 170 320 habitantes (2018). Limita al norte con el mar Caribe, al sur con la provincia de Chiriquí, al este y sureste con la comarca Ngäbe-Buglé, al oeste y noroeste con la provincia de Limón de Costa Rica; y al suroeste con la provincia de Puntarenas de Costa Rica.

La provincia incluye la isla Escudo de Veraguas que se encuentra en el golfo de los Mosquitos, y separada del resto por la península Valiente. Está compuesto por 9 islas, 51 cayos y 200 isletas, distribuidas en un área en que los ecosistemas de praderas marinas, arrecifes coralinos y manglares son un gran atractivo para el turismo. Sus playas son sitio de anidación de tres especies de tortugas marinas: baula (Dermochelys coriacea), carey (Eretmochelys imbricata) -que se encuentran en peligro crítico de extinción-, y la tortuga verde (Chelonia mydas) que se encuentra en la categoría en peligro de extinción.
Actualmente las proyecciones del IPCC (2007) indican que aumentará la vulnerabilidad al cambio climático de las comunidades que habitan islas pequeñas. Esto asociado a los impactos potenciales a los que están expuestas debido al aumento del nivel del mar.
3. Adaptación de las comunidades
Panamá es considerado uno de los países más diversos en el mundo. Aun cuando el 12 % de su territorio está bajo alguna categoría de área protegida, los altos índices de pobreza y la desigualdad han hecho que se exploten inadecuadamente los recursos naturales. El cambio climático aumentará la vulnerabilidad del sistema socioambiental en Panamá y los sectores que pueden verse afectados son la agricultura, los recursos hídricos, bosques y las zonas costeras.
Se han identificado como zonas vulnerables el archipiélago de San Blas, las áreas costeras de Bocas del Toro, Colón y el oeste de la Provincia de Panamá. Se considera como adaptación las acciones que se toman para disminuir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos ante los efectos reales o esperados de un cambio climático o la posibilidad de aprovechar aspectos benéficos.
Algunos ejemplos de adaptación son la construcción de diques fluviales o costeros, y la regeneración de ecosistemas como los manglares. Otro concepto importante es el de capacidad adaptativa. Esta se refiere al conjunto de capacidades, recursos e instituciones de un país o región que permitirían implementar medidas de adaptación adecuadas, oportunas, equitativas, eficientes y efectivas que contribuyan al desarrollo sostenible.
4. Variabilidad climática en el archipiélago de Bocas del Toro
Los eventos extremos en Centroamérica están estrechamente relacionados con el evento océano-atmosférico de El Niño (ENOS) y, su fase fría, la Niña. En los años de un Niño intenso (aumento de la temperatura del océano Pacífico), la probabilidad de formación de tormentas tropicales o huracanes es muy baja en el mar Caribe.
La disminución de las precipitaciones, así como el aumento en la cantidad de días secos, tienen como resultado un año en el que la cantidad de lluvia acumulada es menor que la cantidad promedio. Al contrario, en los años donde se hace intensa la fase fría del ENOS, o sea la Niña, se producen precipitaciones por encima de lo normal en Centroamérica y el Caribe. En los últimos 10 años se han alternado las anomalías del Niño y la Niña, cuando hay una oscilación de +/- 0,5 oC por trimestre si se prolonga por 5 temporadas consecutivas.
Específicamente en Panamá, las estaciones meteorológicas son administradas por la Empresa de Transmisión Eléctrica -ETESA (2006). Esta describe que durante los años en que el evento de El Niño se presenta, produce disminución en las lluvias en los distritos ubicados en la vertiente del Pacífico y aumento en la vertiente del Caribe, si bien se presentan variaciones locales asociadas a las condiciones del lugar y a la anomalía del evento. La estación meteorológica del Archipiélago está ubicada en el Aeropuerto (Lat. 9o 20’; Long. 82o 15’) y tiene datos desde 1972.

Con las entrevistas hechas a un informante clave que reside en El Silencio, Changuinola, Bocas del Toro, se logró recolectar información sobre eventos extremos que afectaron las comunidades y ecosistemas marino-costeros en el archipiélago de Bocas del Toro.
- En el 2005 las lluvias fuertes produjeron inundaciones en Changuinola y Almirante.
- En el 2007 hubo una sequía por dos meses, con desabastecimiento de agua en las islas.
- En noviembre de 2008 hubo mareas muy altas por precipitaciones extremas; se perdieron cabañas construidas sobre el mar en 1994. El archipiélago estuvo incomunicado por una semana.
- Entre noviembre de 2008 y enero de 2009 se produjeron mareas altas que inundaron una gran zona del bosque de orey que había en las islas. Son las filas de árboles secos que se ven desde la lancha al dirigirse a isla Colón.
- En el 2009, el mar subió 3 pies (0,91 m) aproximadamente. Eso y la extracción de arena ha provocado la erosión de las playas y la pérdida gradual de casi 10 metros de playa.
- En el 2010 hubo un calentamiento del mar y se evidenció la muerte de corales; ahora es más frecuente esta situación.
- Estos eventos se pudieron contrastar con los datos meteorológicos facilitados en la página web de Hidrometeorología de ETESA.

El comportamiento de las lluvias en el Archipiélago se distribuye a lo largo del año y por esta razón los pobladores no identifican épocas secas o lluviosas, los registros presentan la distribución de las precipitaciones y puede verse como las lluvias son menos frecuentes durante los meses de febrero, marzo y septiembre, octubre; mientras que los meses de lluvias intensas se concentran en los meses de noviembre, diciembre y enero, así como julio y agosto. El promedio de precipitación en la zona es de 300 mm/mes; la temperatura promedio mensual oscila entre los 24 a 28 oC.
En los estudios más recientes de la CEPAL (2011) y BIOMARCC (2012) exponen que la costa norte Panameña y del sur de Costa Rica tienen una tendencia a sufrir el aumento del oleaje entre 1,6 y 2 metros para el periodo 2010-2040, porque ahora se generan oleajes más intensos en el Atlántico; otro estudio de CEPAL (2012) indica que por cada incremento de 1 °C en la temperatura se estima un aumento del 7 % promedio global en la humedad de la atmósfera, dando como resultado eventos de precipitación con mayor intensidad.
Esas mismas investigaciones evidencian que algunas inundaciones y deslaves que se han presentado en Centroamérica son resultado de los efectos de eventos climáticos que se van acumulando. La vulnerabilidad de los sistemas socio-ecológicos tienen diversas interrelaciones y existe mucha incertidumbre en los escenarios a futuro por la variabilidad climática, las características geográficas y los forzamientos atmosféricos tienen una influencia mayor en la escala local.
5. Percepción e impactos por la variación en el ciclo hidrológico
Las islas del archipiélago de Bocas del Toro, por su extensión y características geomorfológicas, no tienen ríos de los cuales abastecerse de agua. Sus comunidades dependen del régimen de lluvias que garantice el balance hídrico de las napas subterráneas de Mimitimbi y Big Creek, sitios de los cuales se abastecen los pobladores y hoteles en isla Colón. Según registros, el 61,5% de los habitantes en las islas han notado cambios en la cantidad y duración de las lluvias, el 38 % no ha notado cambios.
Las divergencias entre las percepciones de los encuestados pueden deberse a varios factores que no se tuvieron en cuenta en esta investigación como el tiempo en que habitan en las islas. Las personas que han vivido toda su vida allí tienen una referencia espacial y temporal más completa para hacer comparaciones entre los cambios que hay en las condiciones climáticas actuales y el pasado. Se puede observar en los registros climáticos de la última década que hay mucha variabilidad interanual y que puede verse reforzada por los eventos de El Niño y la Niña.
6. Percepción e impacto del aumento del oleaje
Uno de los efectos más evidentes del mayor oleaje y aumento del mar en las zonas costeras es la erosión y pérdida de las playas. El 71,5 % de la comunidad ha notado cambios en las playas; mientras que el 25 % no ha notado los cambios, y el 3,5 % restante no posee información. Las playas son un ecosistema importante en las islas por su atractivo turístico, también son el sitio de desove de las tortugas marinas, si hay pérdida de playas pueden perderse los nidos con el efecto negativo en las poblaciones de tortugas que están en peligro de extinción.
El cambio de la marea y un mayor oleaje es un efecto que se espera a futuro en el caribe centroamericano por el cambio climático. Por medio de los registros encontrados se pudo constatar que la mayoría de las personas si han notado variaciones en los últimos diez años en el nivel de la marea alta.
El aumento del nivel del mar y un oleaje más fuerte a futuro puede afectar los asentamientos humanos precarios que se han ubicado en las zonas inundables del manglar detrás del aeropuerto de Isla Colón (Barriadas La Solución y Loma Espino), donde se encuentra gran parte de familias indígenas y criollas que han llegado a la Isla Colón en busca de trabajo; estas personas habitan en hacinamiento y no cuentan son los servicios básicos de agua potable y alcantarillado. Estos hogares serán más vulnerables por sus condiciones de pobreza y segregación espacial. Según el IPCC (2012) entre las poblaciones con mayor vulnerabilidad se encuentran los habitantes de zonas marginales.
La capacidad de respuesta ante los impactos adversos de un evento extremo puede dar indicios de la capacidad de adaptación de una comunidad ante la variabilidad climática. Los estudios demuestran que las personas si ha tomado medidas de forma particular para evitar sufrir daños por mareas altas a futuro, estas representan el 16% y el 58% de las personas demostraron que no se encuentran preparados, sin dejar atrás que el 26% restante no sabe o no respondió.
La mayoría de las personas han optado por invertir en infraestructura que disminuya el impacto del oleaje sobre la línea costera y sus viviendas; la siguiente medida que han adoptado es subir el nivel de las casas o trasladarse de lugar y un reducido grupo de personas toma en cuenta los manglares como medida para disminuir su vulnerabilidad contra las mareas.
Tabla 1. Medidas adoptadas por los pobladores del Archipiélago de Bocas contra la marea alta

Durante los estudios realizados, en las islas del archipiélago se pudieron apreciar que una alta cantidad de viviendas se encuentran ubicadas en las zonas costeras y eso las hace vulnerables al aumento del nivel medio del mar, como también se aprecia que algunos inversionistas han hecho rellenos y muros para detener el proceso de erosión que producen las olas frente a sus viviendas cerca de la línea costera, como también algunos han adoptado el método de sembrar manglares.
7. Desarrollo de capacidad adaptativa en el archipiélago
Se ha demostrado, según los registros actuales, que las variables sociales ejercen una gran influencia en el grado de adaptación al cambio y la variabilidad climáticos, tanto a nivel individual, como a escala nacional, respectivamente. Por tanto, el desarrollo de capacidad de adaptación en los individuos se ve reflejado en la adopción o no de acciones amigables con el medio ambiente o la intervención de su entorno, lo que disminuye su exposición a los impactos potenciales.
Al consultar los resultados, el 50 % respondió afirmativamente que se puede hacer algo para evitar los impactos causados por los eventos extremos; el 49,5 % respondió que no, y el 0,50 % dijo no saber. El 80 % de las respuestas coinciden en que las autoridades del nivel nacional y local deben realizar acciones para disminuir el impacto de sufrir la pérdida de playas, el cumplimiento de la legislación y la disminución de la exposición. Un 20 % de la muestra considera que un cambio en sus comportamientos a nivel local puede disminuir la vulnerabilidad.
Tabla 2. Actores y acciones expresadas según registros para disminuir la vulnerabilidad
Actores que deben hacer algo | Acciones que se deben realizar | % (n=100) |
Gobierno Nacional | Reforzar los muros alrededor de las islas Hacer cumplir la legislación y no otorgar concesiones para el desarrollo de proyectos turísticos. Hacer seguimiento y monitoreo ambiental y tener más personal en la zona. Construir rompeolas en ciertos lugares | 25% |
Gobierno Local | Hacer limpieza y mantenimiento de alcantarillas y canales. Gestionar recursos y proteger la población Hacer jornadas de limpieza de playas Prestarle atención debida al tema Hacer una adecuada gestión de la basura No dar permisos para sacar arena de las playas Informar a la población y hacer una gestión transparente. No permitir construcciones en áreas de relleno. Hacer muros para proteger las playas Sacar a las personas de los lugares de alto riesgo | 35% |
Comunidades locales | Dejar de talar los manglares Sembrar más árboles y cuidar el ambiente Quemar menos basura y aprender a reciclar. Prepararse para los desastres naturales | 15% |
Empresarios Turísticos | Hacer muros y rompeolas para proteger playas y hoteles sobre el mar | 5% |
Mi Ambiente | Cumplir con las funciones que tiene de proteger las playas y los ecosistemas. Tener más personal en la zona | 20% |
Según reportes actuales de cambio climático de Panamá, hay limitantes en la adaptación porque la carencia de datos históricos sobre niveles de marea se convierte en una falencia para la evaluación de la vulnerabilidad del sector marino costero. En ese mismo estudio se reconoce la zona costera de Changuinola hasta Punta Valiente de alta vulnerabilidad por afectaciones relacionadas con oleajes altos y aumento del nivel del mar, e inundaciones por el cambio de uso del suelo en las áreas de manglar, la tala de manglares y la pérdida de playas por urbanización residencial.

Sobre la base a los registros, se le consultó a los habitantes si esperarían ayuda del gobierno para reparar los daños ocasionados por los eventos extremos. El 36 % de la muestra respondió que no esperarían ayuda y resolverían por sí mismos, mientras que el 62 % sí esperaba ayuda; el 2 % no sabe. Esta situación puede ser el resultado del paternalismo del gobierno o que las personas se sienten tan pesimistas e impotentes que consideran que ellos solos no pueden recuperarse de los daños ocasionados por un evento extremo como sucedió con el terremoto de 1991.
Al ver en los registros actuales cuáles acciones habían identificado o realizado para evitar sufrir daños por eventos extremos, dos terceras partes de la muestra no identifica alguna acción. Además, un 6 % considera que no se puede hacer nada para evitar los daños producidos por la naturaleza. El 18 % de la muestra identifica que pueden realizarse acciones relacionadas con cambios de conducta de la población, y 0,5 % ha pensado en emigrar.
Tabla 3. Medidas de adaptación a futuro identificadas, según registros.

Se puede concluir que la comunidad local no asume responsabilidad alguna de las afectaciones o de los impactos potenciales a los que están expuestos. Por lo tanto, esa falta de acción los hace más vulnerables a los efectos que tenga la variabilidad climática en el corto plazo y el cambio climático a largo plazo sobre ellos o sus bienes.
Según documentación actual el hecho de no tener estrategias de adaptación eficaces en los territorios vulnerables al aumento del nivel medio del mar y los vientos y tormentas tropicales tendrá consecuencias ambientales, sociales y económicas a nivel de país e incluso a niveles más amplios. También podemos expresar cierta preocupación por las probables inundaciones permanentes e intermitentes que se darán en zonas costeras de baja altitud en todo el mundo. Existe el peligro de que zonas bajas, especialmente las islas en las regiones ecuatoriales desaparezcan a medida que aumente el nivel del mar; lo que provocaría desplazamientos forzados de poblaciones enteras hacia los continentes en el futuro.
El aumento de la vulnerabilidad depende de las características singulares a nivel regional y local, pero hay consenso en que son el resultado de un desarrollo sesgado, asociado a una degradación ambiental y una urbanización rápida y no planificada en zonas peligrosas, fallas de gobernanza y limitados medios de vida para los más pobres. En el archipiélago de Bocas del Toro actualmente se encuentran la mayoría de los elementos que incrementarían la vulnerabilidad en las islas.
En registros recientes se reconoce que no todas las acciones de adaptación al cambio climático son buenas o sostenibles, algunas incluso llegan a tener consecuencias negativas para algunos sectores porque socavan la seguridad y bienestar de otros al interferir en el acceso a los recursos o en los ecosistemas de los cuales dependen para sus medios de vida, por lo tanto, las medidas de adaptación deben contribuir a la justicia social y la integridad ambiental siempre que se pueda.
El desarrollo de la capacidad adaptativa depende del nivel de integralidad, interrelación y sinergia existente entre los diferentes componentes del conjunto social. A través de las entrevistas semiestructuradas hechas a los informantes claves en la primera fase de la investigación se deja expuesto que las entidades del orden nacional presentes en la zona y que tienen funciones para la protección del ambiente y la disminución de la vulnerabilidad socio-ecológica adolecen de recursos de personal, financieros y físicos.
Conclusiones
Los datos meteorológicos disponibles y utilizados en este estudio nos permiten realizar pruebas estadísticas para comprobar tendencias de la variabilidad climática. Las islas de Bocas del Toro se encuentran expuestas a los efectos de la variabilidad climática que se identifican en la irregular distribución de las lluvias, el aumento de la temperatura media, ambas variables climáticas alteradas por los eventos océano-atmosférico de El Niño y la Niña y al aumento del nivel medio del mar. La mayor parte de la población local ha percibido los cambios en estas variables climáticas que más los afectan. Según los resultados, un mayor porcentaje de la población de las islas se ve afectado por los eventos de sequía que limitan la cantidad de agua disponible para el consumo humano.
Por lo anterior, la población y la Alcaldía han creado una serie de estrategias para afrontar la sequía, que se centran en el abastecimiento de agua, pero no en la calidad de ésta al utilizar agua de pozos. Pero, además, afectan la economía familiar, con una sobrecarga de tareas y uso del tiempo, al ir a buscar agua en otros lugares. Se puede afirmar que la población no tiene la misma capacidad de respuesta a los impactos ocasionados por el oleaje fuerte y el incremento del nivel del mar. Aun así, la población sí nota que el oleaje está erosionando las playas y afectando la infraestructura como la única carretera que corre paralela a la costa y comunica a Bocas con playa Bluff y playa Estrella.
Es contradictorio que un lugar que depende económicamente del turismo no tenga planes o programas para conservar la infraestructura que garantice el flujo de visitantes a estos sitios. Los empresarios, la institucionalidad local y la comunidad son indiferentes a esta realidad.
La mitad de la comunidad reconoce que se puede hacer algo para evitar sufrir daños. Lo anterior quiere decir que, además de percibir los cambios, identifican a las autoridades locales que deben proteger los ecosistemas y a las autoridades del nivel nacional, para adelantar acciones; como por ejemplo, cumplir la normatividad y realizar inversiones para proteger la infraestructura del lugar de manera que se puedan disminuir los impactos atribuibles a fenómenos climatológicos.
La capacidad adaptativa de la comunidad es débil. El estudio revela una falta de acción por parte de la población. Una porción pequeña considera que tienen algún grado de responsabilidad y deja entrever que su adaptación es reactiva y tomarán acciones cuando se vean afectados por algún evento, casi siempre basada en una medida ingenieril que les va a costar dinero o el desplazarse a otro lugar.
Finalmente, es necesario hacer investigaciones más profundas para identificar las variables que pueden ayudar a la comunidad de los asentamientos marginales a desarrollar capacidad adaptativa ante los escenarios futuros. Esto de manera tal que promueva cambios de comportamiento que aporten a la búsqueda de soluciones a sus problemas.
Referencias bibliográficas
Artículo II. Variabilidad climática y el desarrollo de capacidad adaptativa en el Archipiélago de Bocas del Toro, Panamá.
Autoridad Nacional del Ambiente. 2007. Segunda comunicación nacional sobre cambio climático (en línea). Panamá, Consultado 28 octubre 2012. Disponible en http://www.anam.gob.pa/images/stories/documentos_CC/Segunda_Comunicacion_ Nacional_de_CC.pdf
Guía Práctica para la Adaptación al Cambio Climático en Zonas Marino-Costeras del Caribe Panameño.