Por: David Trejos y Luis Chen. Universidad Tecnológica de Panamá. Curso Avanzado de Cambio Climático y adaptación.
20 de Julio de 2017
Análisis crítico del capítulo 6, El paraíso mediterráneo del libro Historia de los cambios climáticos para la materia como opción a trabajo de grado, Cambio Climático. José Luis Comellas. 2011. https://g.co/kgs/7tLaHn
Pensaba Aristóteles que solo a orillas del Mediterráneo era posible el desarrollo de una elevada cultura y una refinada civilización. Caía en el determinismo, eso es indudable, y tal vez desconocía que, en otras partes del mundo, menos acogedoras, habían existido o existían aún grandes civilizaciones y culturas francamente desarrolladas. Pero no le falta una parte de razón, como tampoco le falta del todo a quienes opinan que un clima favorable es propicio al desarrollo de las actividades humanas.
No resulta lícito suponer que bajo unas condiciones climáticas benignas tienen que surgir necesariamente grandes pueblos o poderosos imperios, o que cuando el frío o el calor aprietan no es posible ninguna forma de desarrollo. El devenir del hombre, apenas hace falta repetirlo una vez más, no depende exclusivamente de las condiciones climáticas, y hemos observado cómo se desarrolló sorprendentemente el ingenio humano bajo duras glaciaciones o como se establecieron poderosos imperios en países predominantemente desérticos. Nos sorprende la grandeza del imperio persa o la increíble vitalidad expansiva del pueblo árabe que en el siglo X fue capaz de extender su dominio del Indo a Mauritania.
O que los mongoles, sobre todo en tiempos de Gengis Kan, partiendo de las desoladas mesetas de Asia Central, consiguieran crear un imperio inmenso de los Urales a Indochina. No faltan deterministas en el siglo XX, como Huntington o Borroughs, a quienes ya hemos mencionado, y basta recordar a uno de los más sagaces analistas de la Historia, Arnold Toynbee, que considera a los grandes imperios como el resultado de una Challenge, un reto, como que del «desafío de las tierras áridas» nacieron casi todos esos grandes imperios, incluido, piensa Toynbee, el español del siglo XVI, generado en el clima duro y ascético de la meseta castellana.
Hemos de prescindir de todas las teorías, ensayísticas o no, para limitarnos a los hechos mismos. Es evidente que en el Mediterráneo de la época clásica florecieron dos pueblos extraordinarios, muy similares en cuanto a su enorme influjo en la civilización occidental, pero muy distintos por lo que se refiere a su destino histórico-político: el griego, que elaboró un primoroso pensamiento capaz de guiar de una vez para siempre nuestra forma de utilizar la lógica y de discurrir, pero incapaz de constituir una gran unidad de poder; y el imperio romano, que los igualó en rigor mental, no tanto en su creatividad intelectual o artística, pero que llegó a constituir un imperio que no tuvo rival por muchos siglos, y que se extendió por todo el espacio mediterráneo de Egipto a Iberia, y por gran parte del continente europeo, tomando como límites naturales el Rin y el Danubio, aunque sobrepasó estas fronteras y conquistó un buen trozo de Gran Bretaña.
Todo esto bajo un clima delicioso, que duró en el espacio mediterráneo, más o menos desde el año −500 a +500. Un predominio de mil años sin grandes perturbaciones climáticas es difícil encontrarlo en la historia. Que este paraíso mediterráneo tuviera un papel determinante o cuando menos influyente en el desarrollo de aquella civilización de la cual los hombres y mujeres de Occidente todavía somos deudores es un punto que no podemos dejar de tener en cuenta.
Pudo ser una simple coincidencia. Pero no por eso estamos obligados a omitir, como hacen muchos historiadores del clima, incluso los más insignes, un breve comentario sobre las condiciones atmosféricas dominantes en aquellos tiempos. Sin duda se concede más importancia a las graves alteraciones climáticas que a las normalidades, que permiten vivir y desarrollarse sin graves entorpecimientos. Si cabe, añadamos desde el primer momento, un breve matiz: en la época clásica griega, sobre los años −500 a −300 es casi seguro que el clima tendió ligeramente al frío, y por supuesto fue más frío que el que tenemos a comienzos del siglo XXI; en tanto que todo induce a suponer que el que disfrutaron los romanos —sobre todo entre el siglo I y el III— fue visiblemente más cálido, quizá más cálido incluso, sin llegar a un punto de exageración, que el clima del siglo XX. Y este clima agradable, propicio a la navegación, al bienestar, a la vida fecunda en la naturaleza y en la calle, y por ende en las relaciones humanas, hizo del Mediterráneo el espacio más culto y civilizado del mundo en una época que fue decisiva en la historia. La lógica griega, el rigor latino, la profunda espiritualidad cristiana, pondrían las raíces de lo que luego fue Europa, y Europa se desparramaría más tarde sobre todos los continentes del planeta para volcar en ellos su acervo. Tal es el sentido trascendente, insustituible, de la época clásica.
Crítica
Atendiendo a la definición de paraíso en el diccionario de la Real Academia Española hay 4 significados que se le atribuyen:
1. m. En el Antiguo Testamento, jardín de delicias donde Dios colocó a Adán y Eva.
2. m. Cielo, lugar en que los bienaventurados gozan de la presencia de Dios.
3. En un teatro, gallinero.
4. Sitio o lugar muy ameno.
En el artículo se comprende por qué se justificaba que las zonas aledañas al Mar Mediterráneo se consideraban como un paraíso. Estoy de acuerdo con el autor que todo aquel que pensaba en esta premisa, caía definitivamente en el determinismo. El determinismo tal como lo define la RAE es una teoría que supone que el desarrollo de los fenómenos naturales está necesariamente determinado por las condiciones iniciales.
El paraíso Mediterráneo se asocia principalmente por las condiciones climáticas agradables las cuales se dieron en un periodo de mil años (entre los años -500 a.c. hasta 500 d.c.). Para los historiadores del clima es muy difícil que se pueda encontrar en la historia del ser humano, un clima sin grandes perturbaciones en ese periodo de tiempo.
Pero algo que no ha tomado en cuenta el autor, es que en esa época donde no había tecnología de Satélite para observar el estado del tiempo en múltiples países a nivel mundial solo se limitó en hacer comentarios de lugares aledaños al Mar Mediterráneo como si no existiesen otros lugares que también fuesen considerados como “paraíso”.
Añadiendo a los antes expuesto, es claro, por conocimiento propio y por enunciado en el texto que el ser humano a partir de cualquier condición climática y fenómenos ambientales adversos ha logrado adaptarse e incluso lograr un desarrollo avanzado, prueba de ellos es la teoría que muestra sobre los grandes imperios como producto de un ̎ Challenge ̎ en lo que en definitiva estamos de acuerdo.
Por lo que para finalizar podemos mencionar, que, en efecto, la visión de Aristóteles se ve reflejada en el alcance que tenía sobre el conocimiento de su entorno, por lo que si hubiera tenido más extensión podía lograr conocer otros lugares a los cuales también llamar paraísos y de igual manera poder estar convencido que estas condiciones ideales no son necesarias para levantar un gran imperio en su época ni en ninguna otra.