Por: Kahoris Lasso, Rosendo Abrigo y Silvia Cruz. Curso de Cambio Climático y adaptación. Maestría en Ingeniería Ambiental. Facultad de Ingeniería Civil. Universidad Tecnológica de Panamá. Agosto, 8 de 2016
El domingo 31 de julio fue la fecha acordada para la gira al Biomuseo, a pesar de que la fecha había sido dada con varias semanas de anticipación, coincidió con nuestra gira a Chiriquí; así que, hicimos los arreglos necesarios para estar en Panamá a tiempo para la visita el Biomuseo. Llegamos a la ciudad de Panamá a las 12:30 p.m. Estábamos cansados por el viaje y el recorrido pero decidimos salir enseguida para no arriesgarnos a llegar tarde. Apenas dejamos las maletas en nuestra casa y salimos rumbo al Biomuseo.
Al llegar a la calzada de Amador no sabíamos dónde estacionar; hasta que un amable señor nos indicó donde podíamos dejar el vehículo. Iniciamos a caminar, el sol estaba ardiente y el calor intenso; recordándonos que estábamos frente al mar y contrastando con las temperaturas bajas que habíamos disfrutado en el área de Cerro Punta y que habíamos dejado atrás, pocas horas antes. Esas diferencias nos hicieron recordar lo singular que es nuestro país.
Fuimos los primeros del grupo en llegar al Biomuseo. Recorrimos parte del vestíbulo y al no encontrar asientos, decidimos ubicarnos en la entrada que a pesar de estar bajo techo recibíamos el resplandor del sol en el rostro. Teníamos unos ocho minutos de habernos sentado, cuando la señora que se encontraba junto a nosotros nos dice que miremos al cielo, que se estaba poniendo negro y que parecía que iba a caer la lluvia. Ya que estábamos cómodamente sentados, teníamos la esperanza de que las nubes se disiparan pero a los pocos minutos empezaron a caer las primeras gotas de agua acompañadas de un viento muy fuerte. Empezamos a correr subiendo las escaleras y antes de llegar al final ya estábamos empapados. Se mojó toda el área del vestíbulo del Biomuseo y hasta las personas que estaban recibiendo a los visitantes tuvieron que mover sus mesas.
Una de las jóvenes que atendía al público nos preguntó si íbamos a entrar a la exhibición y al informarle que estamos esperando al grupo de la Universidad Tecnológica de Panamá, nos dijo que ella nos iba atender y que le avisáramos cuando todos llegaran; nos sugirió amablemente que pasáramos a la cafetería para que no nos mojáramos. Una vez en la cafetería pasamos a la terraza y vimos como caía ese torrencial aguacero que nos había hecho correr. Entonces, comentamos lo que habíamos escuchado sobre el diseño del Biomuseo, que a pesar de ser un diseño novedoso que simula la estructura del bosque, algunas personas criticaban que cuando llovía se mojaban si estaban en algunas áreas del edificio, en especial en la entrada y el vestíbulo. Incluso parte de la terraza de la cafetería se estaba mojando. Después de discutir un rato llegamos a la conclusión que el diseño y la construcción cumplen con su objetivo; que es simular la estructura de un bosque tropical. Y efectivamente, si estamos en un bosque tropical podemos pasar de un día soleado a una lluvia intensa con vientos y quedaríamos empapados en pocos minutos a menos que estemos en la parte más espesa del bosque o en el caso del Biomuseo entrar al área de la cafetería o las salas de exhibiciones.
Al pasar la lluvia el grupo estuvo completo y nos recibió el joven Kevin, quién nos dio una explicación sobre el diseño y la estructura del Biomuseo. Además nos dio una charla introductoria de lo que íbamos a observar en las salas de exhibiciones, haciéndonos la recomendación de poner a trabajar todos nuestros sentidos ya que en el diseño, todo lo que podíamos observar desde las paredes hasta el techo tenía una interrelación.
Nos pareció una fantástica idea el uso del audio guía, ya que nos permitió escuchar la explicación de cada área del museo y hacer pausas para escuchar las explicaciones de la profesora Marilyn y hacerle las preguntas necesarias para comprender mejor, y así recibir ambas informaciones.
La primera sala visitada fue la sala de la biodiversidad. Es cierto que estamos acostumbrados a escuchar que Panamá es un país que posee una gran biodiversidad, pero pocas veces tenemos la oportunidad de observarla, así que fue maravilloso observar ese “collage” de imágenes de la variedad de seres vivos que Panamá posee. Tenemos que reconocer que resultó agradable ver tan lindas fotografías en vez de ver un montón de organismos disecados, como suele ocurrir en otro tipo de museos.
Para los que no son biólogos les asaltó la curiosidad por saber la razón por la cual en la pared se presentaban una serie de tarjetas que indicaban organismos por descubrir. Duda que fuera aclarada por la profesora del curso. No podemos pasar por alto la presencia de un niño, hijo de una de las estudiantes que hacia preguntas y mostraba en su rostro la emoción de estar conociendo parte de la historia del istmo de Panamá y sobre los seres que habitan en él.
Otra gran experiencia, fue la sala de PANARAMA; en ella se puede tener la sensación de estar dentro de un bosque; se escuchan las aves, los monos, el sonido de la lluvia que daba la sensación que nos iba a mojar. Es increíble poder ver la interrelación de todos los seres vivos dentro su hábitat natural.
En la siguiente sala, lo más asombroso fue escuchar la explicación del surgimiento de Panamá y ver el proceso en el cual los animales se movilizaron de Norte América a Sur América y viceversa; es increíble ver como el tamaño de los fósiles exhibidos coincide con los tamaños de la maqueta que representa esos ejemplares que ya están extintos. A simple vista, las figuras de los animales parecen colocados al azar pero no es así; nos explicaron, que los animales están viendo a sus presas y así nos dieron varios ejemplos que fue muy divertido comprobar.
Luego, pensamos que ya había terminado la experiencia; pero nos indicaron que seguía la sala donde podíamos conocer sobre la historia de los panameños. Allí sí pensamos que ya no podíamos seguir porque estábamos muy cansados. Una de las guías del Biomuseo nos explicó que podíamos pasar a la siguiente sala y regresar en otra ocasión a ver esta, con más tiempo, ya que para entrar a la misma no necesitamos boleto porque tiene entrada directa desde afuera; eso nos causó mucho alivio.
Así que nos dirigimos a la sala del acuario; lastimosamente falta mucho para verlo en funcionamiento, aunque fue muy sorprendente ver el diseño del mismo. Imaginarlo funcionado nos crea mucha expectativa. En esta sala lo más extraordinario fue observar los fósiles del gran megalodón, por su enorme tamaño difícil de imaginarlo vivos.
Aprovechando, que un grupo de visitantes andaban con un guía; nos acercamos para escuchar muy atentos la explicación, ya que en esta sala no teníamos audio guías. Es fantástico pensar en el hecho de poder observar en el acuario las especies del mar Caribe y el océano Pacífico pero lo que nos preguntamos es ¿de dónde las van a obtener? y ¿cómo lograrán que dichas especies sobrevivan en el acuario?, pero para eso deben contar con los expertos.
En la última sala había una maqueta del canal; esa la vimos con menos entusiasmo porque el cansancio nos tenía atormentados; así que salimos muy rápido de ella y cuando nos comentó el guía del Biomuseo que faltaba la sala del arquitecto Frank Gehry pensamos que tendremos que regresar en otra ocasión para visitarla.
Podemos concluir, que fue una experiencia muy enriquecedora ya que adquirimos nuevos conocimientos, que muchas veces no se pueden transmitir en un aula de clases.